Por Juan Tomás Valenzuela
El concepto “Sacrosanto”
al que alude Maldonado,
es un término esbozado
por todos los diputados
cuando aluden peculado,
desfalco de instituciones,
pútridas aprobaciones
de contratos onerosos,
sea a João, Martínez Pozo
o a la recua de lambones.
La cámara es sacrosanta
cuando se suben los sueldos,
o cuando firma un acuerdo
pa’construir una planta
que su contrato atraganta
la economía del Estado,
ya que solo en peculado
y repartición de coimas
se violan todas las normas
que exige un gobierno honrado.
El terreno sacrosanto
que dirige este mangrino,
fue santo para Diandino,
pero no para otros tantos,
que con la sábana a un canto
salieron despavoridos,
al saber que habían vendido
el barrio de los Tres Brazos,
sin notar en este caso,
que fue con tó los vecinos.
El Congreso es sacrosanto
para cogerse lo ajeno,
pero si es para algo bueno,
lo de santo ya no es tanto.
Maldonado rompió en llanto
cuando Faride Rafúl,
llegó de papeles full,
como en tiempos de Lajara,
y restregara en sus caras
que Danilo es un tahúr.
18 julio 2018